Gastronomía de La Rioja: dulce, cristiana y musulmana

La reposteria es la reina de la gastronomía riojana: postres, dulces, hojaldres, mazapanes... La almendra es el alma de su selecta repostería. Se dice que este apego a lo dulce tuvo su origen en la gran cantidad de conventos y monasterios que poblaban la región en la época medieval. Las peras al vino son... asunto fino.

La cocina de La Rioja es un punto de intersección entre los gustos cuñinarios de los antiguos cristianos y muslmanes, presentado evidentes influencias de sus vecinos vascos, aragoneses y navarros.

El uso del pimiento es casi omnipresente en su gastronmía, de ahí la coletilla a la riojana.

Hablar del vino de Rioja es tanto como hablar de un caldo de resonancias universales. Nada más que añadir al respecto.

Carnes y legumbres son sus principales materias prima. Carne de cerdo, pollo, perdices y cordero. Y legumbres: pochas, pimiento najerano, pimiento de piquillo, caparrones y alubias rojas.

Entre los pescados, mención especial a la trucha y el bacalao.

Tres sopas destacan del resto: sopas de canas, sopas de ajos y sopas de molinero.

Las verduras son muchas y de calidad contrastada: patatas, ajetes tiernos, cardo, alcachofa, espárragos... Los champiñones también son muy apreciados.

El queso de Cameros, elaborado con leche de cabra, es igualmente una especialidad artesanal de primer orden gastronómico.

Terminar un menú con mermelada de peras de Rincón de Soto es una elección de sabios. Otra opción es empezar el día con un buen desayuno untado con su dulce y sensual beso.

¿Un chin chin digestivo antes de comenzar una animada sobremesa? Pues nada mejor que echarse al coleto un copita de zurracapaote (vino tinto macerado varios días con melocotón, limón, naranja, canela y azúcar).